Las Emociones y el Cuidador

Emociones del cuidador

Son muchas las emociones que experimento como cuidador, identificarlas y mirarlas a la cara, sólo depende de mí.

A veces quiero olvidar que tú me olvidas y que tus recuerdos aún siguen vivos, en algún recóndito lugar de tu memoria.

Y necesito saber que sabes quién soy.

Mi mundo se desmorona con tu olvido, mi vida carece de sentido, porque tú eres lo mejor que me ha pasado y ahora soy yo quien mantiene vivos tus recuerdos.

Son muchos los sentimientos intensos y a veces imperceptibles, buenos y malos, emociones que percibo desde que esta enfermedad ha atacado a nuestras vidas:

El odio: la rabia, la ira, el enfado, la repulsa a perderte y a la velocidad con la que estás perdiendo los recuerdos de tu historia, de tu vida.
El miedo, a todo lo que conllevará la pérdida de tu memoria.
El desasosiego que tengo cuando no recuerdas algo o a alguien. A no hacer bien las cosas y no defraudarte.
La preocupación persistente sobre cómo te sientes o qué piensas.
El dolor y la tristeza de perderte estando aún conmigo.
Pero el Amor está en cada uno de mis actos, puesto que eres lo que más quiero, pongo todo mi empeño en mejorar cada una de mis acciones.
La esperanza a que haya un nuevo amanecer donde nos reconozcamos.

No te cuido por obligación, ni por caridad, ni por el qué dirán, ni siquiera por la herencia que puedas dejar.

Gratitud y Amor

Te cuido desde la gratitud por todo lo que antaño, tú hiciste por mí. Lo hago desde el amor mismo que tú hasta hoy me has dado. Lo hago porque eres tú. porque aunque tú no me recuerdes, yo sí sé quién eres tú.

Sé que si fuera al revés, yo jamás dejaría que llevaras toda la carga de mis cuidados, te pediría que siguieras con tu proyecto de vida, que tuvieras ratos para poder descansar, no te permitiría que pasases 24 horas al día pendiente tan solo de mí y aislándote del mundo. Y tampoco quisiera que te sintieras culpable por tener que ingresarme en una residencia.

Porque te quiero, tengo que cuidarme para poder cuidarte bien.