Amor. El amor, respeto y cariño son los pilares que impulsan a los cuidados de la calidad humana, a pesar de si las relaciones padre-hijo fueron afectuosas o no. Justicia. Existe, en cierta manera, cierta deuda de gratitud entre padres e hijos, de la misma manera que los hijos tuvieron derecho a ser cuidados cuando eran infantes, lo tendrán los progenitores cuando no pueda realizarlo por sí mismos. Moralidad. Aquí entran en juego nuestros valores culturales, que imponen en nosotros la obligación de procurar que los progenitores no vivan en condiciones indignas. Interés. Se trata de esperar, a cambio de los cuidados, bienes materiales.